martes, 7 de marzo de 2017

Mariposa, pero sin efecto.

Igual sólo soy eso,
una persona triste
con vocación de primavera
y ejercer de mariposa, pero sin efecto.
No sé si soy yo
y mi tendencia a sumergirme en las tristezas
sin seguros que prometan salvación inmediata,
o tal vez es ésta la que gusta de sumergirse en mí.
De ahí mis grietas, y sus caudales.
De ahí mi amor por lo caótico,
lo que está roto,
en un nefasto intento
de encajar los pedazos.
Pero llegan esos días
en los que al encajar las piezas,
cortamos.
Y aunque el corte no aterrice en nuestra piel,
sangramos.
Sólo eso, no sé.
Un sinfín de horas infinitas
dedicadas al caos,
un muro de fuera hacia dentro
que merece el intento,
y un intento que nunca se pierde,
pero que jamás se apuesta.
Créeme, he intentando entenderme con tantas letras
que han terminado perdiéndome hasta el gusto.

domingo, 12 de febrero de 2017

Porque sabes a eterno.


Nuestra relación está destinada a ser diferente: llámalo locura, utopía, deseo, pero la veo venir de lejos caminando entre todas las posibilidades y está vestida de tanta discordancia que la descubro al primer suspiro.
Y no la cambio.
Y no te cambio.
No nos cambio.
Y no tengo la más remota idea de cuándo naceremos, pero habitar en esta fina línea entre plantarte un beso y esconderte en el sonrojo es la más hermosa serendipia de todas mis conjugaciones en el tiempo.
Cuántas veces te habré buscado sin percatarme de que habías estado ahí a todo momento.
 Cuántas me habré equivocado escondiéndome en otras sábanas, protegiéndome en otros brazos, buscando en diferentes miradas, cuando la tuya estaba posada en este, mi insostenible caos, que ahora tiende a perder el equilibrio cuando te acercas, en el horrible intento de manejar las palabras correctas para controlar la eufórica sinfonía de latidos que vas desencadenando.
Y como me enseñó el maestro Poe aceptaré la locura de apostar las estaciones a quedarme en tu estación, y con esta decisión me declaro cuerda.
Apostarte, y apostarnos, porque merecer dejó de dar pena para valerte la alegría.
Me culparé de ceguera, o me nominaré de demencia, pero sé que viviremos en el círculo vicioso del primer día, en esa constante aceleración de los latidos, expansión de las pupilas, temblor y escalofríos, porque no puede desvanecerse con los años lo que tiene tanta historia, y aún menos si crea tanta vida;
no se reduce con los años lo que tiene nombre para todas las cosas, y hasta la oscuridad y el insomnio han optado por el plagio. 
Y mírame, yo que siempre ando temiendo el comienzo en la terrible idea de que el tiempo pueda decantarse a desgastar, y vienes tú con el sabor de todo lo que sabe a eterno, enamorando a todos mis demonios como si fueses infierno, y todos mis intentos de evitar pensarte se reducen a tormento.
Que desconozco los instantes, pero me entrego a nuestros momentos, y a la distinción que me asegura el comienzo.
Por la dulce tortura de hervir en deseo y no hablarte.
Por los mensajes de improvisto, desencajando el latir de los sentidos.
Por las miradas descompensadas.
Los suspiros que formulan tener dueño.
Lo contrapuesto de nuestras ideas.
El hecho de que la lluvia me recuerde a un abrazo. Por querer parar el tiempo.
Por tardarnos tanto.
La espera en un banco que clama tener nombre.
El Viernes, que ha añadido una razón más a ser mi favorito.
La espera en decirnos tanto.
Que todo nunca sea demasiado.
Porque todo lo que tarda vale la aflicción y lo que pidas. 
Porque eres tanto que nunca nadie todo.
Y porque contigo quiero aprender a quedarme, porque no cualquiera te gusta tanto como para relamer la vida en sus labios, llevarle la contraria, convertir en canción, pensar hasta que duela, debatir a cualquier hora, en cualquier momento y sobre cualquier cama, romper los esquemas y tachar una constitución. No, no con cualquiera, pero cual día en el momento que él quiera, sí. 

martes, 7 de febrero de 2017

Carta a mi yo del pasado.


Querida yo, tú, nosotras, pequeña: 
He querido escribirte esta carta porque hacía tiempo que no me acordaba de ti, y no quiero que te olvides de mí. Quizá estarías impaciente por terminar esta carta, pero por los días de ventaja he de decirte que hemos aprendido a ser pacientes, ya no buscamos el final con la misma intriga, ahora nos sentamos a disfrutar del viaje, y se ha convertido en uno de nuestros mayores placeres. 
Vive el presente, disfruta cada momento, no sabes todo lo que te espera, y ojalá sepas sumergirte en los instantes. Bailale a la mañana, aunque prefieras acurrucarte entre las sábanas. Bailale a la tarde, a pesar del posible examen. Y no te olvides de bailarle a la noche, a pesar de las ojeras. No dejes de sonreír, con el tiempo te irás dando cuenta de lo preciosa que eres sonriendo, y olvídate de la estética, a día de hoy no hablo en ese sentido. Quiérete, no cometas el error de no gustarte, ríete de la moda, vístete diferente, no cambies eso, porque aún no lo hemos hecho y esto te llevará a enfrentarte muchísimas veces a la siguiente pregunta: "¿Entonces, cuál es tu estilo?" Responderás: "Gótico." No hace falta decirte que no les gustará tu respuesta, a la gente le asusta aquello que desconoce. Ahora puedo decir que tu estilo era el clásico romántico, pues aún corre la tinta de Poe, Goethe, Byron, Shelley o Bécquer entre venas. Aún portas en la mirada la nostalgia de paraísos perdidos, tienes lo revolucionario y no hablarte de la cantidad de obras que empezarás y dejarás como imperfectas e inacabadas. 
Por cierto, que no me he presentado, estoy en 2017, sé que no te gusta la política, pero a temprana edad empezará a atraerte, tal vez te rebatan tus inexpertos argumentos alguna que otra vez, y esto te despierte el afán de estar continuamente al día, tendrás ideas estupendas, y llegarás lejos, créeme que lo haremos. Conocerás conceptos que jamás creíste que te interesaría oír, y no sólo los conocerás, los sentirás. A día de hoy el mundo no parece avanzar más de lo que lo estaba haciendo, verás, parece que algunos colectivos un tanto extremistas están llegando al poder, uno te molestará bastante, es rubio y donde debería estar la lengua tiene una víbora. A esto se le suman una gran cantidad de acontecimientos que irás viendo; no te asustes, y si lo haces, que a fin de cuentas sé que lo harás, y te sorprenderá encontrarte con tanto mal de golpe, no lo tomes tan a pecho, eres sensible, tal vez demasiado. No escribas esa carta en son de paz y qué harías si desaparecieses del mundo, pues la he perdido; en vez de eso ríete alto, estírate, asómate a la ventana, lee algún artículo, y nunca dejes de aprender, que esa ansiedad de conocimiento esté siempre contigo. 
Intenta no preocuparte tanto, créeme, de alguna forma u otra acabamos saliendo de todas, no merece la pena dedicarle insomnios a ese examen. Ni a esa pelea. Tampoco a ese chico. No, a cómo te vas a vestir mañana tampoco. Mucho menos a tu físico. Eres preciosa, entérate. 
Valora a esa amiga a la que tantas excusas le pones porque prefieres quedarte en casa, no sabes cuánta paciencia tiene contigo, y no sabes cuántas veces llorarás a su lado, estará ahí en algunos malos ratos, y tú no dudarás en estar para ella, han pasado muchísimos años, quién te lo diría, te vas a reír muchísimo, créeme, vuestra amistad sólo acaba de empezar. Oh, y no sé si será destino, o casualidad, pero hay un chico que conoces que jamás creerías que te tocaría el corazón cual está haciendo ahora, no te haces a la idea, porque lo verás muchas veces, dentro de un tiempo crearéis una bonita amistad, y lo que ocurrirá después te dejará sin palabras. Si sientes algo, suéltalo, no cometas el fallo de acallar lo que sientes, te puede someter a ciertos arrepentimientos, y si gustas de mi completa sinceridad, nos hemos arrepentido más de no haber hecho que de aquello que hicimos, a pesar de salir mal.
Nada de tristezas, ni líos, y aún así te diré; si deseas llorar, llora. Si quieres patalear, patalea. Lo vas a hacer de todos modos, ocultar tu sentir nunca ha sido tu fuerte, eres demasiado espontánea. Lo dejaré caer, no merecerá la pena, aunque en ese momento creas que la vida te pueda ir en ello, no es así, por no decirte que hay problemas que crearás tú sola, y algunos los olvidarás al día siguiente, de todas formas tu pasión por la vida te llevará a querer experimentar el dolor. E incluso de este disfrutarás. No es una mala faceta, pero no busques allá donde no hay. 
Vive, haz que vivan, y deja vivir.
Recuerda siempre que puedes con todo, no importa lo que oigas, pues oirás de todo. Sigue esforzándote, aunque creas que estás echando a perder tu tiempo, todo tiene su recompensa, y te lo digo desde el punto de vista de mi voraz deseo de querer abrazarte aquí y ahora por todo aquello que diste en su momento para que ahora estemos aquí. 
Por cierto, no pierdas esa tenacidad, no sabes cuánto has hecho con ella, y a pesar de lo que puedan decirte los profesores, o esos compañeros que te han tocado en clase, o quien sea; sigue creyendo en la fantasía, bebe de ella como si nunca saciase; ésta siempre sabrá relamernos las heridas, y tú bien sabes que hay mucho más detrás de todos esos cuentos.
Sonará horrible, pero el amor de tu vida no existe, dentro de poco llegarás a la conclusión de que el amor no es tiempo, sino sensaciones e intensidad, y todo en lo que crees se desvanecerá en un sólo instante. Quédate con quien te estudie a detalle, con el que te escuche, no sé si lo sepas pues tú siempre has sido muy de dejarte llevar por las palabras, pero hemos conocido a alguien que afirmará tu decisión de los hechos, a él no le importa a qué hora del día digas algo, si no has terminado de decirlo o lo has dejado incompleto se acordará de preguntarte, además, recuerda todo lo que digo, es increíble, y precioso. Te gustará. Qué digo gustar; te encantará. Me atrevo a decirte que te enamorarás. Es más, te lo digo.
No dejes de escribir, escribe todo lo que puedas, eres toda una artista, ojalá me pudieses dar un poco de tu arte: éste irá cambiando, tendrá días nefastos, y otros querrá apoderarse de todos tus sentidos. Consiéntelo.
Pasa más tiempo con quienes te quieren, con los abuelos, tal vez, de cierta formas nunca supimos cuáles eran sus fechas de ida. Ojalá pedir que te bajen a casa de los abuelos una vez más. Hazlo, por favor.
Besa a mamá y papá, diles que los quieres, diles que los amas siempre que puedas. A día de hoy seguimos haciéndolo, y no sabes la suerte que tenemos de tenerlos ahí, la suerte de que sean ellos. 
Conocerás unos pequeños aparatos a través de los cuáles podrás comunicarte, por no hablarte de Internet, ten cuidado, aunque papá te lo dirá muchas veces, y mamá te lo repetirá otras tantas más, a pesar de esto, conocerás a gente genial con la que compartirás cosas increíbles, puede que alguna vez encuentres el amor, quizá te suene a risa, pero vas a caer en las redes de igual forma; y nunca mejor dicho, en las redes. 
Que no te asuste el instituto, ni el bachillerato, son puertas a nuevos estados propios, te harán crecer como persona, y no hablo del sistema educativo, dentro de muy poco te darás cuenta de la estafa de la educación y levantarás la voz contra esta también; hablo de las personas, de los profesores, no sabes la suerte que tienes, y sentirás de todo con cada una de ellas; disfrútalo, de verdad, disfrútalo. Que no se te olvide nunca comerte la manzana cerca de tus amigos, ofréceles, te dirán que no porque prefieren galletas y tú habrás optado por cuidar tu salud, pero muchas veces te darás un capricho, y bueno, habrá días que hasta te excederás, ni te preocupes, es lo más normal.


Aún nos cuesta decir que no, es otra de nuestra malas manías. No te voy a decir que la cambies, pero por favor, si no te gusta ese pantalón que vas a ir a comprar con papá, no digas que sí o mires a papá con preocupación porque realmente no te gusta y no sabes cómo decírselo al vendedor; esa situación es absurda, sólo dí que no.
Sé libre, no pierdas esa libertad tan tuya, tan nuestra, tan mía. Que nadie te robe la independencia, que no tengas que dar muchas explicaciones y que el miedo jamás te frene; asústate. Asústate mucho. Arriésgate siempre que puedas, date a los impulsos, acude a esa manifestación, grita fuerte, el día de mañana no tendrás voz, o sí, pero fingirás que no para no hablar en clase. Qué astuta; no pierdas eso. 
Sigue tus instintos, siempre se nos ha dado bien eso, pero a veces dudarás. Ni lo dudes, sólo síguelos, nos han llevado a terrenos con una vista preciosa, como éste, en el que te estoy escribiendo y te veo caminando hacia mí y se me está dibujando una sonrisa de estúpida que no puedo con ella. Te espero aquí pequeña, te habrán dicho que no hables con extraños, pero sé que siempre me andas buscando, así que no dudes en que estaré preparada para darte la mano.

Te quiere, L.

miércoles, 1 de febrero de 2017

Tu mejor fantasía.


A veces tengo miedo de mi corazón, 
de su hambre incesante de amar,
de su suicidio constante.
Le tengo miedo,
cuando ríe,
cuando llueve,
maldición, cuando llueve,
cuando no para de llover,
cuando se lanza a ese extraño vacío abisal
y resurge convertido en mariposa
como símbolo de resurrección.
Tengo miedo de las letras,
de todas y cada una de las poesías
que salen en forma de latido
y curiosean la realidad asomándose por mis dedos.
Y cómo no tenerlo miedo,
si se revela,
si grita más fuerte que el mejor polvo,
si suspira y provoca un vendaval,
si sonríe y mis sentidos se rinden a sus pies.
Maldito presumido que nunca tiene razón,
maldito torpe,
maldito disparate,
maldito mentiroso,
engreído,
vanidoso,
superfluo, y te necesito.
Y te escupo entre letras
porque hoy te has despertado más arreglado que nunca
y nos has sacado a pasear,
y nos has vuelto a enamorar,
sabiendo que volverás a tiritar
y no tendré aliento para calentarte.
Pero no sabes hacer otra cosa,
a fin de cuentas
esta es tu mejor fantasía.

viernes, 27 de enero de 2017

Hubo un día en el que quise huir de las razones.


Es increíble cómo cambian algunas cosas, 
desde la sonrisa hasta la mirada, 
y de la mirada hasta la manera en la que calas. 
Qué fácil se me hizo dejarme llevar por este mal,
tan disfrazado de lo mejor,
que me precipitaría al te quiero,
y me derrumbaría en el verbo amar,
acogiéndolo como lugar de reposo, aquél en el que descansar.
Que cometería el delito perfecto en tus pupilas,
porque a pesar de quedarme clavada en ellas,
decidí esconderme en las pestañas,
y mi único auxilio ahora es saltar para hacerme más grande,
algo así como real.
Quién diría que acabando de llegar desearía apostar por irme,
que terminaría aborreciendo todo lo que creía poder amar.
 Qué ilusa,
pero quién me lo iba a decir,
que tu mirada dejaría de ponerme nerviosa,
que tus caricias dejarían de erizarme el vello,
que te pensaría mucho menos,
que yo, que odiaba la costumbre,
acabaría soltando palabras decoradas de ésta misma. 
Y a pesar de todo,
sigues siendo mi insomnio favorito,
estoy tan acumulada de cosas que quisiera decirte,
y de aquellas que no dije a tiempo
que hemos terminado robándome hasta el sueño.
A fin de cuentas,
no importa qué camino tomemos,
uno de los dos tendrá que partir.
Y déjame decirte que adoré tu forma de amarme.
 No sé si podría haber sido de otra manera,
me aterra saber que sí,
que no tuvimos la oportunidad de habernos probado,
de no verme aquí,
amenazando a palabra armada a todos mis sentimientos por ti para que se revelen. 
Y entiéndeme, te quiero,
pero no mereces que te quiera con dudas,
mereces a alguien que no invente disputas en nombre del amor,
mereces el café de otra mirada para decorar tu invierno,
o el cielo de otros ojos para convertirte en primavera.
Mereces a alguien que te llene de presencia,
porque sé cuánto adoras pasar tardes de domingo de libros, o poesía,
de caricias o alguna película,
y yo tengo adherida al alma la fragancia de la ausencia. 
Aunque tal vez sabíamos esto,
ya nos avisó Neruda aquella mañana
cuando entre el murmullo oímos decir: "Es tan corto el amor, y tan largo el olvido",
y como niños jugamos a decir que en nuestro caso sería lo contrario.
Ojalá la intensidad te haya calado la vida,
porque ya sabes que soy más de intensidad que de tiempo. 
Pero no vamos a engañarnos más,
terminaremos fingiendo que no pasó nada,
mirándonos de reojo,
aceptando la situación.
Al final, terminaremos olvidándonos,
 y empezaremos a cometer un nuevo error,
del que sabemos que saldremos de nuevo malheridos.
Te libero de mí,
de mi torpeza,
de mi poesía,
te libero de las canciones, porque están empezando a gritar,
te libero de tener que adaptarte a mi fantasía,
de inventar historias allí donde no las hay.
Te libero de los recuerdos que podrían haber sido,
e incluso te libero de los que fueron.
Te libero de mí.
Sólo te dejo una única carga;
que no olvides que, amarte a ti,
fue la más bella manera de destrucción.
Y perdóname, porque aunque nunca quise crear razones
hoy las veo en todos lados.

jueves, 19 de enero de 2017

Porque podíamos haber sido antes. Nos guardaré entre palabras para que no pasemos frío.

Qué extraño es saber que podíamos haber sido,
que estuvimos tal vez a una sonrisa,
a una mirada diferente,
a un roce de precipitarnos a un nosotros.
Que sólo necesité decirte a tiempo que quería ir más allá de los debates,
que no me conformaba con discutirnos si no acababa entre risas
y un punto de acuerdo o desacuerdo respetado,
como siempre,
que yo quería terminar con un punto, sí, pero de encuentro.
Qué encuentro ni qué hostias,
de encontronazo, y en los labios.
Y lo digo así, y visto a la palabra de brutalidad
porque te habría declarado la guerra en los labios.
A pesar de ser una torpe.
Y a pesar de que tal vez necesitáramos prácticas. 
Tengo asumido que llego tarde a todo,
nadie me había dicho que hay encuentros puntuales que saben a magia.
Quizá te veía tan tú, y tan tuyo,
que temía adelantarme y perderme como público.
Había descontado el hecho de que por mera casualidad
de un destino en el que no crees
podría haber sido aquel día la única espectadora que querías.
Y es irónico que sigamos siendo,
sabiéndolo todo,
queriendo demasiado,
pero sin precipitarnos.
Y es aún más irónico que me halle a mí misma
acunando sentimientos desenfrenados
para que no despierten más allá del reposo que les he dado,
llámame cobarde,
pero mi mayor temor es sentirlos asomarse por mi hombro
y que con sus ojos de comérselo todo vuelvan a reavivar todas las llamas
con la misma fuerza que hasta hace poco.
Qué alguien me enseñe a controlarlos.
 A ellos.
A mí.
A la sonrisa de estúpida,
a mis intenciones por mantenerte la mirada
y desviarla en el vano intento de relajar mis sentidos.
El único medio que me queda es matarlos un poco en poesía,
saber que aquí estarán a salvo,
y dejarme llevar por el sinfín de enigmas de la vida,
por el vacío lleno de todo de tus pupilas,
dejarnos llevar por la egoísta palabra 'espera,'
y no es que la maldita sea una egoísta,
la egoísta soy yo que quise agregarle el 'me.'
Espérame.
Y suena estúpido,
porque quiero que te lances al extraño abismo del amor,
y te pierdas sin mí, pero que termines encontrándome. 

Porque, tal y como te dije,
sin ser nada y aún siendo,
 provocaste las suficientes sensaciones para apostar por un nosotros.
Recreaste escenas de amor y libertad,
de tardes de lectura,
de películas,
de videojuegos,
de debates,
conversaciones disparatadas,
hablarnos de viajes, política, extraterrestres,
historia, física cuántica, metafísica,
orgasmos, miedos, sensaciones,
de dónde empieza tu mirada y dónde terminaré clavándote el beso,
recreaste risas que resonaron en mi cabeza cada día que acuné entre mis labios un:
 ¿Me arriesgo y se lo digo?
Recreaste, y por eso nos creaste. 
Y te declaro culpable, porque yo me dejé llevar, pero tú provocaste el terremoto.
Mientras tanto, nos guardaré entre palabras,
me aterra la idea de que pasemos frío.

miércoles, 18 de enero de 2017

Le creí cuando me dijo 'te quiero' porque me lo dijo con voz de dormido.
En ese trance intermedio entre la realidad, esa puta ansiosa, y el suicidio asistido del sueño.